Gjør som tusenvis av andre bokelskere
Abonner på vårt nyhetsbrev og få rabatter og inspirasjon til din neste leseopplevelse.
Ved å abonnere godtar du vår personvernerklæring.Du kan når som helst melde deg av våre nyhetsbrev.
ACAB Por más que inmortalice, eterna en sus murallas Babilonia, a Semíramis su Reina y su fama felice, diosa de las batallas; lauros la ciña cuando Ofires peina, pues sin cuidar prendellos, causando al Asia espantos y ocasionando simulacros tantos, opuesta al sol, enarboló cabellos; su fama en vos admiro, luz de Sidón, Semíramis de Tiro. Guerra es también la caza, estratagemas tiene, inventa ardides y emboscadas pone; vos de la misma traza (cuando en triunfo solene mis sienes manda Marte que corone del árbol fugitivo, al dios planeta esquivo) porque Moab postrado, sujeto a vuestro Acab, parias le ha dado, divino cazadora, triunfos de fieras blasonéis, Aurora. Envidia tengo al ave que ejecutando vuela (rayo veloz de pluma) altanerías; si lo que goza sabe no ha menester pigüelas que en las alas repriman osadías; en cárcel generosa alcándara es hermosa de cristal transparente vuestra mano: si en ella favor siente que mi fortuna pueda hacer dichosa, la garza que hay más bella renunciará por no apartarse della. Provincia es tributaria Moab (por mí abatida) de Israel, porque en dichas trueque quejas; su rey pecha a Samaria, en cambio de su vida, cada año para vos cien mil ovejas: vellocinos de plata daros en ellas trata, que se blasonen dignos como el de Colcos, ser del cielo signos y el múrice convierta en escarlata, porque Jezabel pueda anteponer la púrpura a la seda. Cargados mil camellos de marfil y oro puro, espolios son que os sirvan de tesoro, con que alcázares bellos os labre (que procuro palacios de marfil a deidad de oro). Hónrenlos vuestros ojos y mezclando despojos de la caza y la guerra, yo valles conquistando, vos la sierra, vencedores los dos: lloren enojos enemigos agravios, mientras este cristal sellan mis labios.
ASER: ¿Hasta cuándo ha de durar el hambre de Palestina? HERBEL: Mientras no cesa el pecar no cesa la ira divina que nos quiere castigar. Tres años ha que olvidada la tierra que esteriliza nuestra suerte desdichada, la maldición profetiza de nuestro padre heredada. Mete el hambre el mundo a saco; ni a Ceres paga el agosto, ni el fértil otoño a Baco. ASER: Herbel, sin pan y sin mosto, todo estómago anda flaco. Comíme el año primero el ganado que tenía, sin dejar macho o carnero; los bueyes maté otro día, comiéndome carne y cuero. Mis tierras después vendí y comímelas también. Por pan mis alhajas di, y la casa que en Belén tuve, también me comí. Ni ya tengo qué vender, ni el hambre su rigor doma, pues de suerte viene a ser, que si no que a mí me coma, no tengo ya que comer.
DIONISIO: Éste es el sitio y la casa do asiste el cándido cuello que el cuerpo y alma se abrasa. Hizo Dios un ángel bello debajo de humana masa. Formó una excelsa escultura de tan divina hermosura, mostrando su gran poder, que se viene a conocer el Criador por la criatura. Hele dicho mi recuesta publicando mi tormento y lo que su amor me cuesta, mas es dar quejas al viento, que es recogida y honesta. Con rostro apacible y grave me dijo, "De eso se deje. No entregue al vicio la llave, porque tiene obras de hereje, aunque se muestra süave; apártese de este trato, que si le viene a entender, conocerá que es ingrato y suele caro vender, aunque le ofrece barato; y pierda la confianza, que en mí no ha de haber mudanza que en Dios he puesto la fe, y con esto alcanzaré el premio de mi esperanza." Y lo que más me atormenta, es que espero sin remedio, según he echado la cuenta, que no se podrá hallar medio que a mi voluntad consienta.
LUCRECIA: "Silvio, a una blanca corderilla suya de celos de un pastor, tiró el cayado con ser la más hermosa del ganado. ¡Oh Amor! ¡Qué no podrá la fuerza tuya! Huyó quejosa, que es razón que huya habiéndola, sin culpa, castigado; lloró el pastor, buscando el monte y prado; que es justo que quien debe restituya. Hallóla una pastora en esta afrenta, y al fin la trajo al dueño, aunque tirano, de verle arrepentido, enternecida. Dióla sal el pastor, y ella contenta la toma de la misma ingrata mano, que un firme amor cualquier agravio olvida."No se pudo decir más; hasta aquí la pluma llega.
De dos peligros, Beatriz, por excusar el más grave, se ha de escoger el menor. ¿Qué importa que el rey me mate? Ya sé que a voz de pregones me busca, y por desleales condena a cuantos supieren de mí, sin manifestarme. El rey don Juan el segundo de Portugal y el Algarbe, que aunque airado contra mí, mil años el cielo guarde, dando a traidores orejas, que persiguiendo leales, quieren de bajos principios subir a cargos gigantes, ha cortado la cabeza a don Fernando Alencastre, primo suyo, y duque ilustre de Berganza y Guimaranes, por unas cartas fingidas, que su secretario infame contrahizo y entregó, en que da muestras de alzarse con la corona, escribiendo a los reyes que ignorantes de este insulto, las reliquias destierran del nombre alarbe. A Fernando e Isabel digo, que a Castilla añaden un nuevo mundo, blasón de sus hechos alejandres.
SIXTO: Ya es, padre, hora de almorzar. Aquí hace buen sol. Sabina, saca un banco en que sentar nuestro padre. PERETO: ¡Peregrina virtud! ¡Piedad singular! Hijo, aunque viejo y cansado, no tanto que si arrimado a un palo los pies provoco, no pueda andar poco a poco. Soy ya viejo, estoy pesado; ya de mis carnes molestas la carga grave contemplo. Suelta, si ya no me aprestas de la cigüeña el ejemplo, que lleva a su padre a cuestas; no te canse, por tu vida, pues, la cosa más querida de mi vejez... SIXTO: Quien os lleva, padre, en el alma que aprueba esta obligación debida a quien el ser que me anima me dió, que sois, padre, vos, es razón que os lleve encima; que el padre, después de Dios, la joya es demás estima. Y si el padre es el segundo después de Dios en el mundo, no es bien que os parezca nuevo si en el hombro, padre, os llevo; que en buena razón me fundo, aunque os espanto y asombro; pues, según naturaleza, he de llevar cuando os nombro, padre, a Dios en la cabeza, y luego al padre en el hombro, que es el segundo lugar donde se puede asentar la piedad en que me fundo, pues sois, en fin, el segundo que he de obedecer y amar.
NISO: ¡Brava fiesta! CORBATO: Y la señora por quien se hizo, hermosa y mansa. MONTANO: Quien en servirla se cansa lo mucho que pierde ignora. ARDENIO: ¡Buen mayordomo! NISO: Y devoto. MONTANO: Pastor que el ganado deja por tan blanca y pura oveja, dichoso él. NISO: En fin, Maroto, vos habéis dejado el cargo con honra y fama. MAROTO: Y vendrá otro que me sacará de la puja rico y largo. NISO: ¡Qué buena estaba la igreja! MAROTO: Como pude la compuse; claveles en ella puse desde el altar a la reja. Verbena, espadaña y juncia por el suelo derramé; agua de trébol eché en las pilas. ARDENIO: Bien anuncia vuesa mucha devoción la que en el alma encubrís. NISO: Galán, Maroto, venís. MAROTO: Yo saco en la procesión todas las galas que tengo. El más pobre de Estercuel soy. CORBATO: Y el más devoto de él. MONTANO: Alegre en extremo vengo
MELCHOR: Bello lugar es Madrid. ¡Qué agradable confusión! VENTURA: No lo era menos León. MELCHOR: ¿Cuándo? VENTURA: En los tiempos del Cid. Ya todo lo nuevo aplace a toda España se lleva tras sí. MELCHOR: Su buen gusto aprueba quien de ella se satisface. ¡Bizarras casas! VENTURA: Retozan los ojos del más galán; que en Madrid, sin ser Jordán, las mas viejas se remozan. Casa hay aquí, si se aliña y el dinero la trabuca, que anocheciendo caduca, sale a la mañana niña. Pícaro entra aquí mas roto que tostador de castañas, que fïado en las hazañas del dinero, su piloto, le muda la ropería donde hijo pródigo vino en un conde palatino, tan presto que es tropelía. Dama hay aquí, si reparas en gracias del solimán, a quien en un hora dan sus salserillas diez caras. Como se vive de prisa no te has de espantar si vieres metamorfosear mujeres, casas y ropas. MELCHOR: A misa vamos, y déjate de eso.
Salen don PEDRO de Bustos y don ALONSO, su amigo, de noche, con MÚSICOS, por una parte, con un CRIADO con una escala, y por otra don DIEGO Hurtado de Mendoza, de camino, con botas y espuelas, y JUANCHO, vizcaíno, cargado con el cojín y la maleta en la cabeza, ridículamente vestido. Arrímanse a una parte, y mientras cantan vayan paseando el tablado don PEDRO y don ALONSOMÚSICOS: "Si no velaran mis ojos no celebraran las dichas de los que durmiendo matan, de los que matando hechizan. Si no durmieran los tuyos, glorificaran su vista los palpitantes despojos de las más seguras vidas. ¡Ay, ay, qué desdicha! A quien mira su alma, deja sin vida."ALONSO: ¡Extraño recogimientol PEDRO: ¡Doña Ana, doña Ana! DIEGO: Avisa, Juancho, al mozo que las mulas aleje donde, escondidas, aguarden, y vente luego. JUANCHO: ¿No las asas y las pringas; aún no llegas, ya las tienes currucamientos? DIEGO: Ves aprisa. JUANCHO: ¿Tienes gana de comer? ¿Cómo no las necesitas? Juancho, matas holandeses y ya que piensas venías juras a Dios a matar holandeses del barriga. ¿Cantadoreas detienen?
Música de todos géneros y entran por un palenque con los instrumentos de un bautismo en fuentes de plata, gentileshombres bizarros en cuerpo; detrás de todos don JUAN, que lleva sobre una fuente un turbante y en él una corona, y en el remate una cruz. Luego vestido a lo turquesco, de blanco, el rey SAFIDÍN, descubierta la cabeza; a su lado GARCÍA de Sá, viejo, gobernador, bizarro, en cuerpo a lo antiguo. Por otro palenque SOLDADOS bizarros, uno de ellos con la banda de las Quinas de Portugal; y arcabuces, trompetas y cajas. Detrás, arrastrando una pica, MANUEL de Sosa, muy bizarro, y delante de él DIAGUITO con arcabuz pequeño, espada y daga. Arriba, en un balcón despejado y grande, la reina ROSAMBUCA a lo indio, coronada, y a su lado doña LEONOR, muy bizarra, y doña MARÍA, de hombre, muy galán. Va a besar la mano MANUEL, a GARCÍA, y tiénele
DUQUE: De industria a esta espesura retirado vengo de mis monteros, que siguiendo un jabalí ligero, nos han dado el lugar que pedís; aunque no entiendo con qué intención, confuso y alterado. Cuando en mis bosques festejar pretendo vuestra venida, conde don Duarte, ¿dejáis la caza por hablarme aparte? CONDE: Basta el disimular, sacá el acero que, ya olvidado, os comparaba a Numa; que el que desnudo veis, duque de Avero, os dará la respuesta en breve suma. De lengua al agraviado caballero ha de servir la espada, no la pluma que muda dice a voces vuestra mengua.Echan manoDUQUE: Lengua es la espada, pues parece lengua; y pues con ella estáis, y así os provoca a dar quejas de mí, puesto que en vano, refrenando las lenguas de la boca, hablen solas las lenguas de la mano si la ocasión que os doy, que será poca para ese enojo poco cortesano, a que primero la digáis no os mueve; pues mi valor ningún agravio os debe. CONDE: ¡Bueno es que así disimuléis los daños que contra vos el cielo manifiesta! DUQUE: ¿Qué daños, conde?
TODOS: "Buenas eran las azucenas; mas las clavellinas eran mas buenas." UNO: "Si las rosas eran lindas, lindas son las maravillas, mejores las clavellinas, olorosas las mosquelas." TODOS: "Buenas eran las azucenas; mas las clavellinas eran mas buenas." UNO: "Verde estaba el toronjil, el mastuerzo y perejil, y más verde por abril el poleo y la verbena." TODOS: "Buenas eran las azucenas; mas las elavellinas eran mas buenas."CARMENIO: ¿Venimos tarde o temprano? CELAURO: Buena hora pienso que es; que agora raya las tres del reloj del sol la mano, y el cura hisopaba ya, señal que acabado había las vísperas. TORILDA: ¡Lindo día! TIRSO: Es San Juan. ¿Qué no tendrá? Poca gente ha de venir hoy al baile.
FIRELA: Carlín, déjanos aquí; no seas siempre pelmazo. CARLÍN: Pues ¿qué importaba un abrazo, si ves cuál ando tras ti? FIRELA: ¿Cuál andas? CARLÍN: Cual te dé Dios la salud. Ando cual ves. FIRELA: ¿Cuál andas? CARLÍN: Ando en dos pies, porque andas tú en otros dos. FIRELA: En cuatro fuera mejor, que eres un asno CARLÍN: Si tratas de que ande, Firela, a gatas a gatas anda el Amor, que es niño, aunque canas tién. LEONISA: Déjanos ir a lavar, que es tarde. CARLÍN: Pues no han de hablar. LEONISA. Déjale, Firela, y ven. CARLIN: ¡Válgame Dios! ¿También lla rezonga? Pues venga acá. ¿Qué cuenta al cura dará después, mi pastora bella, si por no amarme me mata? FIRELA: ¡Oh, qué pesado que estás! CARLÍN: El quinto, no matarás.
ARIADNA: Mil veces triunfes en Creta. ¡oh, padre augusto! ¡Oh, monarca! ¡Asombro de cuanto abarca la luz del mayor planeta! Mil veces huelles sujeta la redondez que ya tienes a tus plantas, pues que vienes de aquistar cuanto dilata, y otras mil. Dafnes ingrata diadema ciña a tus sienes. Honren mis labios tus pies. MINOS: o, Ariadna; no, hija mía, que eres alba de mi día y celestial tu interés. No es bien que los labios des a los pies de quien te adora, si no es que con ellos Flora, cuando me aprestas laureles, me aprisione en tus claveles, grillos ellos, tú su aurora. Creta, que en el mar del Ponto ceñida de su profundo, es lo mismo que este mundo para el torpe vicio pronto. Las veces que me remonto a ejercitar mis crueldades en tantas diversidades y naciones de su esfera, por ser tu patria me espera con todas sus cien ciudades. Cien metrópolis, presuma eternizar de edificios inmortales, pues los vicios que la habitan son sin suma. Cuanto la escama y la pluma, el aire y el agua inquieta, cuanto el monte se prometa delicioso, cuanto el valle, todo he dispuesto que se halle mejorado en nuestra Creta. Aquí nos colma Minerva el espléndido licor, que el fuego consumidor para eterna luz conserva. Aquí la caza en la hierba, la sierra sus salvajinas, y en sus entrañas las minas de los monarcas metales hechizo de los mortales y de la virtud ruinas. Aquí, aunque en término angosto, cuelgan joyeles racimos de los sarmientos opimos, oro potable en su mosto. Aquí pródigo el agosto golfos de mieses que cría ondea el viento cada día, conque airoso el Amor saco, porque sin Ceres ni Baco dicen que Venus se enfría. Éste es mi reino, éste Creta, patria de aquellos jayanes, ya Curetes ya Titanes, que mi dominio sujeta. Los que al son de la trompeta de mi voz inobediente apenas en el oriente de sus instantes primeros desnudaron los aceros contra el mismo Omnipotente. Éstos y yo hemos vencido cuanto esos golfos abrazan; en mis deleites se enlazan cuantos son, serán y han sido. Mis estampas he esculpido en los cuellos megarenses, porque triunfen los cretenses mientras el alfanje afila ingrata a su padre Scila y tiemblan los atenienses. Reinaba en Megara Niso, y en un cabello fatal fundaba el trono inmortal que perdió su poco aviso. En solo un cabello quiso que su reino eternizase el hado, y que éste imitase de la púrpura al color, el cual, cortado, al rigor caduco se sujetase.
PAYO: ¿Hasta cuándo pretendías afrentar nuestras montañas, pues al sol de otras hazañas lucen en ti valentías? ¿Tú eres mi hijo? No aguardes que te dé tal nombre aquí, que no han de llamarme a mí padre de hijos cobardes. Tienes fuerzas superiores al más robusto león, y siempre tus hechos son regalos, gustos y amores. Cuando gano para ti labrando el campo sustento, marcha tú al campo sangriento por blasones para mí. ¿No ves que parece mal un necio entre hombres discretos, entre avarientos sujetos al oro, el que es liberal? Pues ¿qué pretendes, Martín, entre montañeses fieros, tan nobles como guerreros? Vete con Nuño y Laín, tus primos, que con tu tío el Cid, su fama acreditan, cuyas hazañas incitan a un mármol helado y frío. MARTÍN: Yo no estoy acostumbrado a ver paveses y cotas. PAYO: Pues ¿a qué? MARTÍN: A buscar bellotas. PAYO: Principio tiene el soldado.
PAULO(De ermitaño.) ¡Dichoso albergue mío! Soledad apacible y deleitosa, que en el calor y el frío me dais posada en esta selva umbrosa, donde el huésped se llama o verde yerba o pálida retama. Agora, cuando el alba cubre las esmeraldas de cristales, haciendo al sol la salva que de su coche sale por jarales, con manos de luz pura, quitando sombras de la noche oscura salgo de aquesta cueva, que en pirámides altos de estas peñas naturaleza eleva, y a las errantes nubes hace señas para que noche y día, ya que no otra, le hagan compañía. Salgo a ver este cielo, alfombra azul de aquellos pies hermosos. ¿Quién, oh celeste velo, aquesos tafetanes luminosos rasgar pudiera un poco para ver?... ¡Ay de mí! Vuélvome loco. Mas ya que es imposible y sé cierto, Señor, que me estáis viendo desde ese inaccesible PAULO(De ermitaño.) ¡Dichoso albergue mío! Soledad apacible y deleitosa, que en el calor y el frío me dais posada en esta selva umbrosa, donde el huésped se llama o verde yerba o pálida retama. Agora, cuando el alba cubre las esmeraldas de cristales, haciendo al sol la salva que de su coche sale por jarales, con manos de luz pura, quitando sombras de la noche oscura salgo de aquesta cueva, que en pirámides altos de estas peñas naturaleza eleva, y a las errantes nubes hace señas para que noche y día, ya que no otra, le hagan compañía. Salgo a ver este cielo, alfombra azul de aquellos pies hermosos. ¿Quién, oh celeste velo, aquesos tafetanes luminosos rasgar pudiera un poco para ver?... ¡Ay de mí! Vuélvome loco. Mas ya que es imposible y sé cierto, Señor, que me estáis viendo desde ese inaccesible
CHINCHILLA: ¡Gracias á Dios, señor mío, que ha permitido que pises tierra en flamencos países. RODRIGO: Mala bestia es un navío. CHINCHILLA: Más que mula de alquiler, si furiosa se desboca; pero, en fin, anda con toca lo que tiene de mujer la deshonra. RODRIGO: Por la vela, la llamas mujer tocada. CHINCHILLA: Y porque cuando le agrada, le sirve el viento de espuela. Da al diablo tal caminar; que si una vez tira coces, no servirá el darle voces, ni te podrás apear mientras le dura el enojo sino que a la primer suerte, con ser tan seca la muerte, has de morir en remojo. No hayas miedo, aunque lo mandes, que me mezca la Fortuna segunda vez en su cuna. RODRIGO: Ya estamos cerca de Flandes. Términos parte con él y con la antigua Alemaña esta apacible montaña. CHINCHILLA: Flandes todo es un verjel. RODRIGO: Cómo lo sabes?CHINCHILLA: Así se nos vende en nuestra tierra en lienzos. Allí una sierra; un ameno valle aquí, y en él dos gamos corriendo, que tambien corren en Flandes gamos pequeños y grandes, vanle tres galgos siguiendo, y al trasponer de una cuesta, le atajan dos caballeros mostrando en él sus aceros. Luego, con música y fiesta, dos damas de cardenillo, oyendo el amor sutil de un galán de peregil con un coleto amarillo, que asentado en una puente, a falta de silla o poyo, por donde corre un arroyo del orinal de una fuente, en servirlas se desvela. Luego en un jardín están tres damas con un galán, que tocando una vihuela las entretiene despacio, porque el sol no las ofenda, mientras sacan la merienda de un almagrado palacio con su puente levadiza, seis torres y cien ventanas. Acullá lanzan pavanas, que un flamenco soleniza... Por cualquier parte que andes, todo es fuentes y frescura. Esto es Flandes en pintura, y por esto, no hay más Flandes.
LISENA: No has de verle. Sueltalé; que ya pecas de cansada. Mira que le rasgaré. DIANA: ¿Tú has de encubrirme a mi nada bien lo que me amas se ve. ¡Tú a tal hora en el jardín sola, con luz y papel, sin que yo sepa a qué fin! ¿Merece saber mas de él que yo esta murta y jazmín? Si de testigos te enojas, que hablar puedan en tu mengua cuando cuentes tus congojas, yo solo tengo una lengua, e infinitas estas hojas. Murmurar las siento aquí con cualquier aura liviana, y debe de ser de ti; porque siendo yo tu hermana, no te osas fïar de mí. Lisena, suelta el papel o dime lo que contiene y a quien estimas en él. LISENA: Ni que lo sepas conviene ni una letra has de ver de él. DIANA: ¿No soy tu hermana mayor? LISENA: ¿Qué importa aquí el parentesco donde el secreto es mejor?
LAMBERTO: Pues a mi cargo has quedado, tu remedio está a mi cuenta, y así quiero darte estado. CABALLERO: Si tu amor honrarme intenta, trueca el nombre de cuñado en el de hermano apacible; no fuerces mi inclinación, mira que es cosa terrible, sabiendo mi condición, casarme. LAMBERTO: Ya es imposible deshacerse este concierto. CABALLERO: ¿No ves que ya mi edad pasa de los límites, Lamberto, que piden bodas? LAMBERTO: Tu casa, como sin hijos han muerto tus padres, reduce en ti mi nobleza y sucesión. Palabra a Jacobo di de casarte, y no es razón no cumplirla. CABALLERO: Resistí a mis padres tantos años el peso del casamiento, Argel de penas y engaños, sirviéndome de escarmiento sucesos propios y extraños que ya en mis amigos veo, ya entre mis parientes toco, ya en varias historias leo, ¿y quieres volverme loco violentando mi deseo?
GERÓNIMA: ¿Hay huésped más descortés? ¡Un mes en casa, al regalo y mesa de don Gonzalo, y sin saber en un mes que mujer en ella habita, o si lo sabe, que es llano, blasonar de cortesano y no hacerme una visita? ¡Jesús, Quiteria, es grosero aunque tú vuelvas por él! QUITERIA: Yo, en lo que he notado dél, perfeto le considero: la persona, un pino de oro; un alma en cualquiera acción; de alegre conversación, guardando en ella el decoro que debe a su calidad; en lo curioso un armiño, mas no afectando el aliño que afemina nuestra edad; mozo, lo que es suficiente para prendar hermosuras mas no para travesuras de edad, por poca, imprudente. Júzgole yo de treinta años. GERÓNIMA: Pinta en él la perfección que el conde de Castellón en su Cortesano.QUITERIA: Extraños humores en ti ha causado ese enojo que condeno. Ya no tendrá nada bueno, porque no te ha visitado. Si ignora que en casa hay dama, ¿qué le culpas?
Nunca al tálamo justo, coyundas de Himeneo, de Peleo y de Tetis enlazaras con la cerviz el gusto; ya que dio a Peleo la mano Tetis, nunca convidaras los dioses, ni injuriaras la discordia traviesa, cuya manzana de oro ponzoña dio en tesoro e infausta sobremesa a la ocasión tirana si hechiza a toda Grecia una manzana. Nunca fuera piadosa con el pastor tirano la osa tributaria de sus pechos, o ya que de una osa mamó el licor villano, pues al monstruo cosario pagó pechos nunca de él satisfechos, árbitro juez le hicieran competidores ojos, ocasionando enojos, que tal venganza esperan, si yo llevo la pena, la gloria Venus y la culpa Elena. ¡Ay Penélope bella¡ ¡Ay hijo amado mío! Mitades de mi vida; en mi tormento, estorbos atropella de amor el señorío cuando a la honra obliga el juramento. Contra el pastor violento
CLODIO: Rendíos, caballeros, que somos cuatrocientos bandoleros. MELIPO: ¿Qué habéis de hacer tan pocos contra tantos, si no es que venís locos? CONSTANTINO: Yo no rindo la espada a quien la cara trae disimulada. Quien de ella no hace alarde, traidor es, y el traidor siempre es cobarde; que, en fin, entre villanos, cuando las caras sobran, faltan manos; y será afrenta doble que se rinda a quien no conoce un noble; pues ser traidor intenta quien descubrir la cara juzga afrenta. PELORO: ¡Mataldos, caballeros. CONSTANTINO: Mal conocéis, villanos, los aceros que aqueste estoque animan. ANDRONIO: Porque no te conocen, no te estiman. Diles quién eres. CONSTANTINO: Calla, cobarde, que es honrar esta canalla mostrar tenerlos miedo. Cincuenta somos, y el valor que heredo, basta. ANDRONIO: ¡Qué desatino! CONSTANTINO: Villano, ¿es bien que tema Constantino a cuatro salteadores, cuando besan sus pies emperadores? ¡Mueran los foragidos! TODOS: ¡A ellos!
Vuelve a ocultar el acero mientras que pasa esa gente; que en lugar menos patente concluír, Ascanio, quiero dificultades de amor, que en tu competencia estriban.ASCANIO: De ordinario los que privan hacen deidad el favor que sus príncipes les dan; y en señal de su altivez pasan la raya tal vez de la modestia. Ya están en su lugar las espadas, y la mía, te prometo que--en fe del nuevo respeto que a privanzas bien logradas, en quien usa cuerdo de ellas, debe el vasallo de ley, porque el gusto de su rey mira retratado en ellas-- no salga, aunque la provoques sgunda vez a ofenderte. Témplate, conde, y advierte que no porque el cielo toques del favor que el César te hace es bien que desalumbrado, con laa alas de privado, si el sol Ícaros deshace, te atrevas a quien te iguala si no en dicha, en calidad.ALFONSO: No niego yo la igualdad que por noble te señala ni al verme favorecido, atribuyas intereses de venganzas, que corteses en mi privanza, han tenido hasta este punto encerrado en el alma mi rigor; que a valerme del favor con que el César me ha premiado, con él te descompusiera de Milán te desterrara, los estados te quitara, y su enojo te prendiera sin necesitar agora desafíos permitidos generalmente a ofendidos;
"En fin, han levantado los ricos hombres y Grandes de Castilla por rey a don Alonso octavo, y han podido tanto con él las persuasiones de Fernán Ruiz de Castro y de don Lope Díaz de Haro, Señor de Vizcaya que, prendiendo a la reina, su madre, ha desterrado de sus reinos al conde don Pedro de Lara, el mayor señor de ellos a quien por el deudo y amistad que conmigo tiene he favorecido y dado tierras en mi condado de Urgel. Su hijo don Manrique, por sus hazañas llamado el Torneador, desnaturalizándose de toda España, se va a favorecer de vuestra excelencia, por la amistad que la casa de Fox ha tenido siempre con la de Lara. La fama de sus hazañas corresponde con su persona, a cuya vista me remito, satisfecho que será estimado como el valor de su sangre merece. El cielo guarde el estado y vida de vuestra excelencia, como deseo y ese Condado de Fox ha menester. De Urgel, y Julio 8 de 1126 años. Jaime, conde de Urgel."¡Válgame el cielo! ¿En mi casa tengo al Conde don Manrique? Su dicha el alma publique, pues tan adelante pasa. Desde hoy, famoso español, conociendo la ganancia que ha de tener con vos Francia, envidia me tendrá el Sol; pues yo sé de él que se honrara la luz de su cuarta esfera, si por su huésped tuviera a don Manrique de Lara. Mas, pues yo solo merezco la honra que me habéis dado, la vida, hacienda y estado con los brazos os ofrezco.
CÉSAR: ¿Hemos de apartarnos más de la ciudad, Carlos? CARLOS: No; que la ribera del Po, que murmurar viendo estás mientras de Milán te alejas, si en sus cristales te avisas, agravios vende entre risas a tu amistad y a mis quejas. CÉSAR: No te entiendo. CARLOS: No me espanto. Déjanos solos aquí Gascón. GASCÓN: Siempre obedecí a quien sirvo y quiero tanto y más a estas ocasiones, porque yo cuando hay envites digo quiero a los convites y descarto las cuestiones.VaseCÉSAR: Ya estamos solos; procura declararte. ¿Es desafío? CARLOS: No nos oye más que el río que no ofende aunque murmura. Deja de aumentar agravios dudando de mi fe ansí, que mis quejas contra ti sólo tienen en los labios discreta jurisdición, no en la espada, que en efeto reverencian el respetoque te debo. CÉSAR: La ocasión con que las formas repara que me suspendes y admiras. CARLOS: Por fabulosas mentiras las propiedades juzgara que pintó la antigüedad en la amistad verdadera, si hallarlas en ti quisiera. CÉSAR: Pues ¿es falsa mi amistad? CARLOS: Parécelo. CÉSAR: Di el porqué. CARLOS: ¿Por qué, desata esta duda, pintó a la amistad desnuda quien su Apeles sutil fue? ¿Por qué, si no es en tu mengua, su lado abierto mostró y del pecho trasladó el corazón a la lengua? ¿Por qué le vendó los ojos, dejando libres los labios? CÉSAR: Jeroglíficos agravios me proponen tus enojos; misterioso vienes. Digo que si desnuda pintaban la amistad los que enseñaban leyes al perfeto amigo fue para darle a entender que entre los que la profesan y su lealtad interesan ningún secreto ha de haber. Porque si se difinió que era una alma en dos sujetos, afirmando los discretos que el amigo es otro yo, mal quedara satisfecho de quien sus pasiones calla el amigo que no halla en un lugar lengua y pecho.
Abonner på vårt nyhetsbrev og få rabatter og inspirasjon til din neste leseopplevelse.
Ved å abonnere godtar du vår personvernerklæring.