Om LA ELECCIÓN POR LA VIRTUD
SIXTO: Ya es, padre, hora de almorzar. Aquí hace buen sol. Sabina, saca un banco en que sentar nuestro padre.
PERETO: ¡Peregrina virtud! ¡Piedad singular! Hijo, aunque viejo y cansado, no tanto que si arrimado a un palo los pies provoco, no pueda andar poco a poco. Soy ya viejo, estoy pesado; ya de mis carnes molestas la carga grave contemplo. Suelta, si ya no me aprestas de la cigüeña el ejemplo, que lleva a su padre a cuestas; no te canse, por tu vida, pues, la cosa más querida de mi vejez...
SIXTO: Quien os lleva, padre, en el alma que aprueba esta obligación debida a quien el ser que me anima me dió, que sois, padre, vos, es razón que os lleve encima; que el padre, después de Dios, la joya es demás estima. Y si el padre es el segundo después de Dios en el mundo, no es bien que os parezca nuevo si en el hombro, padre, os llevo; que en buena razón me fundo, aunque os espanto y asombro; pues, según naturaleza, he de llevar cuando os nombro, padre, a Dios en la cabeza, y luego al padre en el hombro, que es el segundo lugar donde se puede asentar la piedad en que me fundo, pues sois, en fin, el segundo que he de obedecer y amar.
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