Om Un gallego en La Argentina
Esta es la segunda parte del viaje que en 1970 y 1971 hice por América del Sur. En él y tras bajar por la costa del Brasil, crucé hasta El Paraguay, donde me quedé una semana, al cabo de la cual entré en la Argentina y bajé hasta RÃo Gallegos, el extremo más meridional de la parte continental de ese enorme paÃs. Inicialmente pensaba cruzar el estrecho de Magallanes e ir también a Tierra del Fuego, e incluso dar un salto hasta Punta Arenas, al extremo de Chile, pero al final, por motivos de la demora en los pasajes, debida a la afluencia de turistas, en el primer caso, y por la inestabilidad polÃtica del lugar y la inseguridad correspondiente, de la que me hablaron diversas gentes del sur de la Argentina, en el segundo, renuncié a ambos proyectos y me decidà a no ir más allá de RÃo Gallegos, desde donde di la vuelta por el interior en dirección a Buenos Aires. De nuevo y como ya dije en el libro anterior, traté a gentes diversas, visité lugares exóticos, comà comidas extrañas y en general recorrÃ, en avión unas veces, en tren otras y en autobús o en coche las restantes, todo un montón de kilómetros. Pero pese al tópico de que viajar es vivir, una vez más me vino a la memoria la melancólica cita del poeta romano Horacio incluida al comienzo de este libro asà como del anterior: "sobre quienes cruzan los mares, cambian los cielos; pero no cambia su manera de ser". No obstante, habida cuenta de unas cosas y otras, la verdad es que visitando otros lugares y viendo diferentes modos de pensar y de vivir se enriquece la experiencia.
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