Om TRAMPA ADELANTE
DOÑA LEONOR e INÉS, con mantos;
DON, JUAN y MILLÁN, de soldados; aquel con hábito de Santiago.
DON JUAN. Espera, Leonor, detente; que ni yo entiendo tu queja, ni sé qué dices.
DOÑA LEONOR. Don Juan, no es menester que la entiendas. Vamos, Inés.
INÉS. Ya te sigo.
DON JUAN. ¿De suerte Leonor, que niegas a mi noticia el delito para honestar la sentencia? ¡Qué poco debe de ser, y qué mucha la cautela o el alivio que en dejarme siente ya la intercadencia del amor que me has tenido, pues de parte de mi ofensa, para dar vida a mi culpa, como interesada en ella, temiendo que te la hielo el aire de mi respuesta, el calor de la silencio tiene abrigada la queja! Pues vete, Leonor, ¿qué aguardas? Vete ya, y mi pecho sienta haber llegado contigo mi amor a tanta tibieza, que por dejarle te vales de fingidas apariencias. ¿Fingidas dije? Es error; que si a este fin las intentas, creeré que tengo la culpa de querer tú que la tenga.
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