Om TANTO ES LO DE MÁS COMO LO DE MENOS
NINEUCIO: ¿En fin, en mi competencia amáis los dos á Felicia?
LIBERIO: No siempre guarda justicia el juez que ciego sentencia; y siendo ciego el Amor, cuando te venga a escoger Felicia, por ser mujer, vendrá a escoger lo peor.
NINEUCIO: No imagines que me afrento de tu loca mocedad; que yerra tu voluntad, pero no tu entendimiento; que éste, por torpe que sea, confesará, aunque forzado, que no hay hombre afortunado que el bien que gozo posea. No hay caudal ni posesión que en Palestina pretenda ser réditos de mi hacienda; casi mis vasallos son cuantos en Jerusalén saben mis bienes inmensos, sus casas me pagan censos, sus posesiones también. Desde el Nilo hasta el Jordán Ceres me rinde tributo; cada año a Baco disfruto desde Bersabé hasta Dan. ¿No cubren estas comarcas vellocinos apacibles para el número imposibles respetados por mis marcas? Los vientos me engendran potros que brotan aquesos cerros, en sus crías los becerros se impiden unos a otros. A la aritmética afrenta la suma de mi tesoro, pues entre mi plata y mi oro se halla alcanzada de cuenta. De suerte el planeta real con diamantes me enriquece y esmeraldas, que parece que traigo el sol a jornal.
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