Om QUIEN CALLA, OTORGA
AURORA: ¡Qué necio y qué porfïado!
NARCISA: Por fuerza ha de ser lo uno si es lo otro.
AURORA: ¿Hay tal enfado? ¡Hola! No entre aquí ninguno, Esté ese jardín cerrado. Salid vos también afuera; guardad la puerta.
BRIANDA: ¡Portera, siendo dueña! ¿Hacerme quiso ángel de este paraíso? En mi mocead sí fuera; pero ¡cuando dan despojos al tiempo, que no resisto, mis años, y mis enojos...! Hasta agora, ¿quién ha visto ángel con tocas y antojos?
AURORA: ¿Qué es lo que Carlos pretende con tanta embajada, hermana?
NARCISA: Escribiendo se suspende de Amor la llama tirana, que en él tu memoria enciende. Mientras no te ve te escribe, y en respuestas que recibe, apoya ausencias crueles; que la esperanza, en papeles tal vez, como joya vive; y fïado en el concierto y palabra que le dio mi padre, tiene por cierto ser tu esposo.
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