Espejo de cartón

Ahora, en estos precisos instantes sospecho que todo lo leído ha sido sorprendente, no por mi manera o estilo de escribir, sino más bien, por lo desencarnado que ha sido el contenido. De lo que no tengo duda es que desde mi pura y cuerda sinceridad, puedo decir, que todo lo relatado ha sido real. Comencé con lo que hoy en día es este poemario, en el año 2015, a los doce o trece años. Si por vuestra mente os ronda la duda de porqué tan pronto fue mi inicio en la poesía y más con este estilo tan desconsolado, ciertamente debo decir que hace unos días en mi mente también rumiaba esa pregunta, y encontré tal respuesta... No recuerdo mi niñez, pero si mi adolescencia y antes de ella, mi pre-adolescencia.
Al comienzo de ésta, los sucesos que ocurrieron en mi pequeña e inocente existencia fueron duros...
Perdí familiares por inevitables y prematuras situaciones, llevándose así a los que no se merecen ser llevados, intentándolo con la que a luz me dio...
Pero ahí no fue conseguido...
La tristeza que esto provocaba tanto a todos mis seres queridos como a mí, me hizo entrar en el ojo del huracán. Me adentré en la más horrible duda existencial sobre mi persona, deje de cuidarme, quería dejarme, dejarme caer, me enamoré de la tristeza, o eso decía en aquellos momentos. Más adelante, a los quince años, con el paso de los días de mi nacimiento, mi creer era que todo se solucionaría con el tiempo... Mentira. El rechazo de la sociedad (que casi todos, por no decir que todos hemos sufrido alguna vez en nuestras vidas) me dejó una cicatriz más marcada que otras...
Pero sé quién fue el individuo que con más rechazo me incentivó unas insaciables ganas de dimitir de mi existencia y cierto es que a punto estuve...
Pues fui yo ese individuo.
Cuando muchos te hacen creer algo que tú eres, al final acabas haciendo lo que ellos no te dictan pero si susurran. Sumando cada año de tanta desdicha, mi rabia, mi tristeza y la ajena, me llevaron a poetizar todas éstas y más vivencias. Convertí todo lo vivido, sentido, hecho y no hecho en un diario poetizado que recorre 9 años de esta existencia.
La que ahora, con 2 décadas, admito que no me creía tan fuerte y valiente como ahora lo soy... En muchos sentidos y factores lo digo y no en vano, aunque solo me limitaré a dar uno de ellos. El hecho de dar a luz este diario poetizado donde reposan mis más profundas penurias y erróneos apegos amorosos que con mi número favorito, el 9, finalizan los años de escritura, pausas y dudas...
Dudas de si esto debería verse fuera de mi poder o al alcance de quien sea y quiera. Pues fácil no ha sido convencerme, aunque yo sola no lo hice del todo. El miedo aún me persigue, pero corriendo más rápido llegue a mis estudios actuales donde con valor los afronté, con menos tiempo de decir un sí a estos escritos. Hasta qué personas me apoyaron e impulsaron a decidir que ya era hora.
Para mí, esotérica y anacrónica y lo que más queráis añadir, me lo tomé como una señal. Sin modificar el título con el que fue bautizado este poemario con trece años, y como última poesía, 20 telarañas, finalizo creyendo que si escribí parte de mi vida, por algún motivo será, y sin miedo aquí y ahora, lo muestro.