Om EL SEMEJANTE A SÍ MISMO
JUAN: ¡Hermosa vista!
LEONARDO: Un abril goza en sus puertas Sevilla.
JUAN: Es octava maravilla.
LEONARDO: Ya la fama cuenta mil, porque a las siete del mundo no hay quien la suya no aumente.
JUAN: Al Escorial justamente le dan lugar sin segundo.
SANCHO: Yo sé siete maravillas nuevas, que con más razón dignas de este nombre son.
JUAN: Quiero oíllas.
SANCHO: Yo decillas. La primera, si se mide con las antiguas, por tres puede valer.
LEONARDO: ¿Y cuál es?
SANCHO: Una mujer que no pide. JUAN: Si es de Madrid la mujer.
SANCHO: Es segunda maravilla un caballero en Sevilla sin ramo de mercader. La tercera es justamente un calvo alegre de sello, y que no arrastre el cabello desde el cogote a la frente. La cuarta, una doncellita que no casarse desea. La quinta, una mujer fea que los años no se quita. Por sexta quiero contar un bien contento soldado; y por séptima, un casado que le pese de enviudar. La octava es un mercader sin achaques de logrero; un oficial de barbero sin guitarra en que tañer; una dama que se alegra con agua pura la faz; un marido mozo en paz con cuñados y con suegra; sin un San Pedro y San Pablo la iglesia de alguna aldea, y un tahur que no desea tal vez que le lleve el diablo.
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