Norges billigste bøker

Bøker av Horacio Quiroga

Filter
Filter
Sorter etterSorter Populære
  • av Horacio Quiroga
    2 655,-

    recordar es vivir, y vivir es volver a recordar, lo que has pasado

  • av Horacio Quiroga
    332,-

    Horacio Silvestre Quiroga Forteza (Salto, 31 de diciembre de 1878-Buenos Aires, 19 de febrero de 1937). Uruguay.Era hijo del vicecónsul argentino en Salto quien descendía del caudillo riojano Facundo Quiroga. Desde pequeño vivió acontecimientos trágicos: a los tres meses de edad, su padre murió de un disparo accidental de su propia escopeta en su presencia.Hacia 1900 Quiroga se fue a París tras recibir la herencia de su padre. Al volver, fundó con sus amigos Federico Ferrando, Alberto Brignole, Julio Jaureche, Fernández Saldaña, José Hasda y Asdrúbal Delgado, el Consistorio del Gay Saber, un laboratorio literario donde ensayaron nuevas formas de expresión.Durante 1917, Quiroga vivió con sus hijos en un sótano de la avenida Canning, alternando su trabajo como diplomático y la escritura de relatos publicados en revistas. La mayoría de estos fueron recogidos en libros, el primero de los cuales fue Cuentos de amor de locura y de muerte (sic, título sin coma), que tuvo gran éxito de público y de crítica. Al año siguiente apareció Cuentos de la selva, colección de relatos infantiles protagonizados por animales y ambientados en la selva. Quiroga dedicó este libro a sus hijos, que lo acompañaron durante ese período de pobreza.A partir de 1932 Quiroga vivió en Misiones con María Elena y su tercera hija. Por entonces le diagnosticaron hipertrofia de próstata. Agravada su dolencia, Quiroga viajó a Buenos Aires y allí descubrieron que tenía un cáncer de próstata avanzado. Horacio Quiroga murió el 19 de febrero de 1937, tras beber un vaso de cianuro.

  • av Horacio Quiroga
    263,-

    Cuentos de la selva, publicado en 1918 en Buenos Aires, es un libro de relatos infantiles protagonizados por animales y ambientados en la selva de Misiones, en el extremo noreste de Argentina.Horacio Quiroga dedicó este libro a sus hijos, con quienes vivió un período de pobreza en un húmedo y pequeño sótano.La narrativa de Cuentos de la selva es un tributo a la naturaleza y a su belleza, el escritor plasma en ella valores que debe tomar en cuenta la raza humana. Quiroga utiliza la personificación para lograr el objetivo didáctico de carácter ecológico de las historias, y entremezcla en la narración elementos reales y fantásticos.Esta edición incluye las siguientes historias:La tortuga giganteLas medias de los flamencosEl loro peladoLa guerra de los yacarésLa gama ciegaHistoria de dos cachorros de coatí y de dos cachorros de hombreEl paso del YabebiríLa abeja haraganaAnacondael Decálogo del perfecto cuentista y algún relato terrorífico como El almohadón de plumas.

  • av Horacio Quiroga
    127,-

    Anaconda es un relato del escritor uruguayo Horacio Quiroga, publicado en 1921 y perteneciente al libro Anaconda y otros cuentos, que trata de la destrucción causada por el ser humano en el mundo natural.

  • av Horacio Quiroga
    144,-

    Tesoros de la Hispanidad "Además, me han entrado unas aureolas de grandeza como tal vez nunca haya sentido. Me creo notable, muy notable, con un porvenir, sobre todo, de gloria rara. No gloria popular, conocida, ofrecida y desgajada, sino sutil, extraña, de lágrima de vidrio".Durante cincuenta años, el Diario de viaje a París, de Horacio Quiroga (1878-1937), fue un texto desconocido incluso para los amigos y biógrafos del autor. A finales de la década de los cuarenta, tras descubrirse su existencia, se publicó una versión anotada por Emir Rodríguez Monegal, de gran valor para los investigadores pero poco atractiva para quienes desearan acercarse a la intimidad personal y literaria del padre del cuento moderno.Veintidós años, mucho talento y un ego incluso mayor, el joven Horacio emprende un viaje especial, casi romántico, a la gran metrópolis de París. Corre el año 1900, y este amante del ciclismo y el arte visitará la cuarta Exposición Universal, recorrerá el Louvre y conocerá la noche parisina, sus tertulias literarias y sus cocottes. También se enfermará, se quedará sin dinero y hasta sin dignidad, pero nunca perderá la agudeza al describir el mundo (con afilada crueldad al detenerse en sus compañeros de viaje, contertulios y benefactores) y nos dejará vislumbrar al magnífico escritor que ya se asoma en varios apuntes y reflexiones.Ávido lector de Poe y de Maupassant, Horacio Quiroga es reconocido como uno de los maestros del terror, sus Cuentos de amor de locura y de muerte es una de las obras más aclamadas de la literatura hispanoamericana. Asimismo, abordó magistralmente el género infantil en sus Cuentos de la selva, ambientados en la jungla misionera, e incursionó en la novela en Historia de un amor turbio y Pasado amor. Su Diario de viaje a París (descubierto décadas después de su trágica muerte) incluye apuntes, notas y reflexiones del joven autor durante su periplo por la metrópolis en 1900 y permite vislumbrar el estilo y los temas cultivados por Quiroga en el curso de prolífica trayectoria.Twenty-two years, a formidable talent and a matching ego, Horacio Quiroga (1878-1937) disembarks in Paris in the summer of 1900. He will visit the Louvre and the fourth Universal Exhibition, watch bicycle races, take part in literary circles and meet the famous Parisian cocottes. He will also get sick, run out of money (and even dignity), in an almost romantic adventure that will mark him forever. The uncontested master of modern Latin American narrative, Quiroga draws his influences from modernist giants, such as Rubén Darío, and romantic and naturalist behemoths, such as Edgar Allan Poe and Guy de Maupassant. Cuentos de amor de locura y de muerte, his most acclaimed work, includes "La gallina degollada" and "El amohadón de plumas", classics of Spanish horror literature.

  • av Horacio Quiroga
    144,-

    Quiroga's first published short-story collection, Tales of Love, Madness and Death is presented here in a brand-new translation, and also includes his lauded tongue-in-cheek 'Ten Commandments for Short-Story Writers', readying some of the great writer's finest work for a new generation of readers.

  • av Felisberto Hernández, Horacio Quiroga & José Enrique Rodó
    136,-

  • av Horacio Quiroga
    126,-

    Tesoros de la Hispanidad "En sus momentos de mayor odio a Eglé, había creído hallar un derivativo evocando a su hermana. El recuerdo de Mercedes, que en otras ocasiones lo excitaba siempre, disgustábale ahora. Mejor dicho, le daba asco". Publicada en 1908, Historia de un amor turbio es la primera novela de las únicas dos que Horacio Quiroga (Uruguay, 1879) escribió con su nombre. En tres tiempos narrativos, relata la sórdida relación sentimental de Luis Rohán con las hermanas Mercedes y Eglé Elizalde. Con una prosa sencilla y cruda, y salpicada de elementos autobiográficos, en pocas páginas el autor narra, desde el punto del neurótico Rohán, una historia de celos, pasiones y triángulos amorosos. Histeria, neurosis, relaciones familiares tortuosas... En esta novela, Quiroga retoma temas y situaciones ya presentes en su primer libro de cuentos, El crimen del otro, y critica los valores burgueses de la sexualidad rioplatense del 1900, lo que le valió, con cierta justicia, el calificativo de "subversivo e inmoral". La consabida influencia de Edgar Allan Poe en su obra fantástica está presente en Historia de un amor turbio en la postura cínica del antihéroe ante el mundo, a la que se suma la inspiración en Dostoievsky. También se asoman, como un presagio, Vladimir Navokob y su famosa Lolita. Ávido lector de Poe y de Maupassant, Horacio Quiroga es reconocido como uno de los maestros del terror, sus Cuentos de amor de locura y de muerte es una de las obras más aclamadas de la literatura hispanoamericana. Asimismo, abordó magistralmente el género infantil en sus Cuentos de la selva, ambientados en la jungla misionera, e incursionó en la novela en Historia de un amor turbio y Pasado amor. Su Diario de viaje a París (descubierto décadas después de su trágica muerte) incluye apuntes, notas y reflexiones del joven autor durante su periplo por la metrópolis en 1900 y permite vislumbrar el estilo y los temas cultivados por Quiroga en el curso de prolífica trayectoria. Hysteria, neurosis, twisted family relationships... In Historia de un amor turbio (1908), Horacio Quiroga brings back topics that were already present in his first short-story book, El crimen del otro, and attacks the bourgeois values of River Plate society at the turn of the 20th century. For this, he was accused -perhaps rightly so- of "subversive and immoral". This novel, one of the only two written by Quiroga, is the tale of a sordid love triangle between antihero Luis Rohán and sisters Mercedes and Eglé Elizalde. With autobiographical elements and adopting a blunt, simple narrative style, the author tells a story of jealousy and passion from the perspective of neurotic Rohán. The uncontested master of modern Latin American narrative, Horacio Quiroga (Uruguay, 1878) draws his influences from modernist giants, such as Rubén Darío, and romantic and naturalist behemoths, such as Edgar Allan Poe and Guy de Maupassant. Cuentos de amor de locura y de muerte, his most acclaimed work, includes "La gallina degollada" and "El amohadón de plumas", classics of Spanish horror literature.

  • av Horacio Quiroga
    126,-

    Tesoros de la Hispanidad"¡Qué dulce debe ser morir de amor!".Publicado en 1904, El crimen del otro es el primer libro de cuentos de Horacio Quiroga (Uruguay, 1878) y lectura fundamental para quien desee conocer la evolución del fundador del relato moderno hispanoamericano. En las doce historias de este volumen, el autor expone sus orígenes modernistas (escuela fundada por Rubén Darío), con paisajes exóticos y rebuscada adjetivación en "La princesa bizantina"; aborda el tema de las relaciones inadecuadas en "Idilio" o "Historia de Estilicón", versión morbosa de "Los crímenes de la calle Morgue"; escandaliza a su época relatando una experiencia personal con las drogas en "El haschich"; y vuelve a homenajear a Edgar Allan Poe en "El crimen del otro", versión rioplatense de "El barril de amontillado".Menos conocidos que los espeluznantes "La gallina degollada" y "El almohadón de plumas", del aclamado Cuentos de amor de locura y de muerte,los relatos de esta antología incluyen varias de las historias más atrapantes del maestro del cuento latinoamericano. Ávido lector de Poe y de Guy de Maupassant, Horacio Quiroga es reconocido como uno de los maestros del terror. Asimismo, abordó magistralmente el género infantil en sus Cuentos de la selva, ambientados en la jungla misionera, e incursionó en la novela en Historia de un amor turbio y Pasado amor. Su Diario de viaje a París (descubierto décadas después de su trágica muerte) incluye apuntes, notas y reflexiones del joven autor durante su periplo por la metrópolis en 1900 y permite vislumbrar el estilo y los temas cultivados por Quiroga en el curso de prolífica trayectoria. The uncontested master of modern Latin American narrative, Horacio Quiroga (Uruguay, 1878) draws his influences from modernist giants, such as Rubén Darío, and romantic and naturalist behemoths, such as Edgar Allan Poe and Guy de Maupassant. Cuentos de amor de locura y de muerte, his most acclaimed work, includes "La gallina degollada" and "El amohadón de plumas", classics of Spanish horror literature. Published in 1904, El crimen del otro includes twelve short stories, with subjects ranging from historical exoticism ("La princesa bizantina"), to inappropriate relationships ("Idilio"), and bestiality ("Historia de Estilicón"). Quiroga's prose oscillates between a concise, rational style, and decadent, ostentatious sentences, a constant homage to his Romantic forefathers.

  • av Horacio Quiroga
    227,-

    Una mañana de abril Luis Rohán se detuvo en Florida y Bartolomé Mitre. La noche anterior había vuelto a Buenos Aires, después de año y medio de ausencia. Sentía así mayor el disgusto del aire maloliente, de la escoba matinal sacudiendo en las narices, del vaho pesadísimo de los sótanos de las confiterías. El bello día hacíale echar de menos su vida de allá. La mañana era admirable, con una de esas temperaturas de otoño que, sobrado frescas para una larga estación a la sombra, piden el sol durante dos cuadras nada más. La angosta franja de cielo recuadrada en lo alto, evocábale la inmensidad de sus mañanas de campo, sus tempranas recorridas de monte, donde no se oían ruidos sino roces, en el aire húmedo y picante de hongos y troncos carcomidos.De pronto sintióse cogido del brazo. ¿¡Hola, Rohán! ¿De dónde diablos sale? Hace más de ocho años que no lo veo... Ocho, no; cuatro o cinco, qué se yo... ¿De dónde sale? Quien le detenía era un muchacho de antes, asombrosamente gordo y de frente estrechísima, al cual lo ligaba tanta amistad como la que tuviera con el cartero; pero siendo el muchacho de carácter alegre, creíase obligado a apretarle el brazo, lleno de afectuosa sorpresa.

  • av Horacio Quiroga
    291,-

    Después de traspasar el Guayra, y por un trecho de diez leguas, el río Paraná es inaccesible a la navegación. Constituye allí, entre altísimas barrancas negras, un canal de doscientos metros de ancho y de profundidad insondable. El agua corre a tal velocidad que los vapores, a toda máquina, marcan el paso horas y horas en el mismo sitio. El plano del agua está constantemente desnivelado por el borbollón de los remolinos que en su choque forman conos de absorción, tan hondos a veces, que pueden aspirar de punta a una lancha a vapor. La región, aunque lúgubre por el dominio absoluto del negro del bosque y del basalto, puede hacer las delicias de un botánico, en razón de la humedad ambiente reforzada por lluvias copiosísimas, que excitan en la flora guayreña una lujuria fantástica.En esa región fui huésped, una tarde y una noche, de un hombre extraordinario que había ido a vivir a Guayra, solo como un hongo, porque estaba cansado del comercio de los hombres y de la civilización, que todo se lo daba hecho; por lo que se aburría. Pero como quería ser útil a los que vivían sentados allá abajo aprendiendo en los libros, instaló una pequeña estación meteorológica, que el gobierno argentino tomó bajo su protección.

  • av Horacio Quiroga
    227,-

    Ahora bien, no podía ser sino allí. Yagual olfateó la piedra ¿ un sólido bloque de mineral de hierrö y dio una cautelosa vuelta en torno. Bajo el sol a mediodía de Misiones, el aire vibraba sobre el negro peñasco, fenómeno éste que no seducía al fox-terrier. Allí abajo, sin embargo, estaba la lagartija. El perro giró nuevamente alrededor, resopló en un intersticio y, para honor de la raza, rascó un instante el bloque ardiente, hecho lo cual regresó con paso perezoso, que no impedía un sistemático olfateo a ambos lados.Entró en el comedor, echándose entre el aparador y la pared, fresco refugio que él consideraba como suyo, a pesar de tener en su contra la opinión de toda la casa. Pero el sombrío rincón, admirable cuando a la depresión de la atmósfera acompaña la falta de aire, tornábase imposible en un día de viento norte. Era éste un flamante conocimiento del fox-terrier, en quien luchaba aún la herencia del país templado ¿Buenos Aires, patria de sus abuelos y suyä donde sucede precisamente lo contrario. Salió, por lo tanto, afuera, y se sentó bajo un naranjo, en pleno viento de fuego, pero que facilitaba inmensamente la respiración. Y como los perros transpiran muy poco, Yaguaí apreciaba como es debido el viento evaporizador sobre la lengua danzante puesta a su paso.El termómetro alcanzaba en ese momento a cuarenta grados. Pero los fox-terriers de buena cuna son singularmente falaces en cuanto a promesas de quietud se refiera. Bajo aquel mediodía de fuego, sobre la meseta volcánica que la roja arena tornaba aun más caliente, había lagartijas.

  • av Horacio Quiroga
    227,-

    Cábeme la honra de contar la historia del caballero franco Brandimarte de Normandía, flor de la nobleza cristiana y vástago de una gloriosa familia. Su larga vida sin mancha, rota al fin, es tema para un alto ejemplo. Llamábanle a menudo Brandel. Hagamos un silencio sobre el galante episodio de su juventud que motivó este nombre, y que el alma dormida de nuestro caballero disfrute, aun después de nueve siglos, de esa empresa de su corazón.Tenía por divisa: La espada es el alma, y en su rodela se veía una cabeza de león en cuerpo de hiena (el león, que es valor y fuerza, y la hiena, animal cobarde, pero en cuya sombra los perros enmudecen). Su brazo para el sarraceno infiel fue duro y sin piedad. De un tajo hendía un árbol. No sabía escribir. Hablaba alto y claro. Su inteligencia era tosca y difícil. Hubiera sido un imbécil si no hubiera sido un noble caballero. Partía con toda su alma y honor de rudo campeón, y estuvo en la tercera cruzada, en aquella horda de redentores que cargaban la cruz sobre el pecho.Adolescente, sirvió el hipocrás en la mesa del barón de la Tour d'Auvergne, nombre glorioso entre todos: túvole el estribo con las dos manos (estribos de calcedonia, ¡ay de mí!) e hizo la corte a la baronesa, puesto que su paje era.

  • av Horacio Quiroga
    291,-

    ¡Preso y en vísperas de ser fusilado!¿ ¡Bah! Siento, sí, y me duele en el alma este estúpido desenlace; pero juro ante Dios que haría saltar de nuevo el coche si el gerente estuviese dentro. ¡Qué caída! Salió como de una honda de la plataforma y se estrelló contra la victoria. ¡Qué le costaba, digo yo, haber sido un poco más atento, nada más! Sobre todo, bien sabía que yo era algo más que un simple motorman, y esta sola consideración debiera haberle parecido de sobra.Ya desde el primer día que entré noté que mi cara no le gustaba. ¿¿Qué es usted? ¿me preguntó. ¿Motorman ¿respondí sorprendido. ¿No, no ¿agregó impaciente¿, ya sé. Las tarjetas estas hablan de su instrucción: ¿qué es? Le dije lo que era. Me examinó de nuevo, sobre todo mi ropa, bien vieja ya. Llamó al jefe de tráfico. ¿Está bien; pase adentro y entérese. ¿Cómo es posible que desde ese día no le tuviera odio? ¡Mi ropa!¿ Pero tenía razón al fin y al cabo, y la vergüenza de mí mismo exageraba todavía esa falsa humillación. Pasé el primer mes entregado a mi conmutador, lleno de una gran fiebre de trabajo, cuya inferioridad exaltaba mi propia honradez. Por eso estaba contento.

  • av Horacio Quiroga
    291,-

    Era el martes de carnaval. Nébel acababa de entrar en el corso, ya al oscurecer, y mientras deshacía un paquete de serpentinas, miró al carruaje de delante. Extrañado de una cara que no había visto la tarde anterior, preguntó a sus compañeros:¿¿Quién es? No parece fea.¿¡Un demonio! Es lindísima. Creo que sobrina, o cosa así, del doctor Arrizabalaga. Llegó ayer, me parece¿Nébel fijó entonces atentamente los ojos en la hermosa criatura. Era una chica muy joven aún, acaso no más de catorce años, pero completamente núbil. Tenía, bajo el cabello muy oscuro, un rostro de suprema blancura, de ese blanco mate y raso que es patrimonio exclusivo de los cutis muy finos. Ojos azules, largos, perdiéndose hacia las sienes en el cerco de sus negras pestañas. Acaso un poco separados, lo que da, bajo una frente tersa, aire de mucha nobleza o de gran terquedad. Pero sus ojos, así, llenaban aquel semblante en flor con la luz de su belleza. Y al sentirlos Nébel detenidos un momento en los suyos, quedó deslumbrado.¿¡Qué encanto!¿murmuró, quedando inmóvil con una rodilla sobre al almohadón del surrey. Un momento después las serpentinas volaban hacia la victoria. Ambos carruajes estaban ya enlazados por el puente colgante de cintas, y la que lo ocasionaba sonreía de vez en cuando al galante muchacho.Mas aquello llegaba ya a la falta de respeto a personas, cochero y aún carruaje: sobre el hombro, la cabeza, látigo, guardabarros, las serpentinas llovían sin cesar. Tanto fué, que las dos personas sentadas atrás se volvieron y, bien que sonriendo, examinaron atentamente al derrochador.

  • av Horacio Quiroga
    183 - 373,-

  • av Horacio Quiroga
    226 - 401,-

  • av Horacio Quiroga
    154,-

  • av Horacio Quiroga
    372,-

  • - Coleccion G.O.L.
    av Horacio Quiroga
    188,-

  • av Horacio Quiroga
    163,-

  • av Horacio Quiroga
    231,-

    Paul B. Nelson compiles and translates a carefully selected anthology of disturbing short stories by the influential Uruguayan writer Horacio Quiroga.

  • av Horacio Quiroga
    286 - 450,-

  • av Horacio Quiroga
    152,-

    Relatos de Horacio Quiroga Fragmento de la obraManual del perfecto cuentistaUna larga frecuentacin de personas dedicadas entre nosotros a escribir cuentos, y alguna experiencia personal al respecto, me han sugerido ms de una vez la sospecha de si no hay, en el arte de escribir cuentos, algunos trucos de oficio, algunas recetas de cmodo uso y efecto seguro, y si no podran ellos ser formulados para pasatiempo de las muchas personas cuyas ocupaciones serias no les permiten perfeccionarse en una profesin mal retribuida por lo general y no siempre bien vista. Esta frecuentacin de los cuentistas, los comentarios odos, el haber sido confidente de sus luchas, inquietudes y desesperanzas, han trado a mi nimo la conviccin de que, salvo contadas excepciones en que un cuento sale bien sin recurso alguno, todos los restantes se realizan por medio de recetas o trucos de procedimiento al alcance de todos, siempre, claro est, que se conozcan su ubicacin y su fin. Varios amigos me han alentado a emprender este trabajo, que podramos llamar de divulgacin literaria, si lo de literario no fuera un trmino muy avanzado para una anagnosia elemental. Un da, pues, emprender esta obra altruista, por cualquiera de sus lados, y piadosa, desde otros puntos de vista. Hoy apuntar algunos de los trucos que me han parecido hallarse ms a flor de ojo. Hubiera sido mi deseo citar los cuentos nacionales cuyos prrafos extracto ms adelante. Otra vez ser. Contentmonos por ahora con exponer tres o cuatro recetas de las ms usuales y seguras, convencidos de que ellas facilitarn la prctica cmoda y casera de lo que se ha venido a llamar el ms difcil de los gneros literarios. Comenzaremos por el final. Me he convencido de que, del mismo modo que en el soneto, el cuento empieza por el fin. Nada en el mundo parecera ms fcil que hallar la frase final para una historia que, precisamente, acaba de concluir. Nada, sin embargo, es ms difcil. Encontr una vez a un amigo mo, excelente cuentista, llorando, de codos sobre un cuento que no poda terminar. Faltbale solo la frase final. Pero no la vea, sollozaba, sin lograr verla as tampoco. He observado que el llanto sirve por lo general en literatura para vivir el cuento, al modo ruso; pero no para escribirlo. Podra asegurarse a ojos cerrados que toda historia que hace sollozar a su autor al escribirla, admite matemticamente esta frase final:"e;Estaba muerta!"e;

  • av Horacio Quiroga
    284,-

    Tales of horror, madness, and death, tales of fantasy and morality: these are the works of South American master storyteller Horacio Quiroga.

  • av Horacio Quiroga & W. C. Morrow
    105,-

    A combined volume of the two short stories, The Feather Pillow and The Permanent Stiletto.

  • av Horacio Quiroga
    221,-

    Thirteen of Uruguayan writer Horacio Quiroga's most compelling tales.

  • av Horacio Quiroga
    405,-

    Part of the "BCP Spanish Texts" series, this is Horacio Quiroga's story "Cuentos Escogidos". The series is designed to meet the needs of the growing A Level and undergraduate market for texts in the Spanish language. Each text comes with English notes, vocabulary, and an introduction by an expert.

Gjør som tusenvis av andre bokelskere

Abonner på vårt nyhetsbrev og få rabatter og inspirasjon til din neste leseopplevelse.