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Bøker av Francisco Rojas Zorrilla

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  • av Francisco Rojas Zorrilla
    224,-

    DON JUAN. El suceso del papel vengo a saber, bella Flora. FLORA. Ya se le di a mi Señora, y aunque fulminó cruel un destrozo riguroso en sus amorosas penas (Mas muriendo entre azucenas no pudo morir quejoso), en sus ojos advertía, notando su indignación, que, allá dentro el corazón otros afectos sentía; y al primer lance, no es el desprecio muy severo, que al fin le leyó primero, aunque le rompió después. DON JUAN. Pues, Flora, si le leyó, no fue el romperle desdén. FLORA. Y el modo del ser también mal desmentido mostró que la airada tempestad de aquel desagrado ingrato, fue más ley de su recato que enojo de su crueldad. DON JUAN. ¿Qué esa cauta fullería brujuleaste en su semblante? Trueque ya en frutos de amante su flor la esperanza mía. Tal la dicha viene a ser que llego indigno a lograr, que me obligas a ignorar los modos de agradecer. Este diamante ya veo, Flora, que es inferior paga: no la deuda satisfaga, acredite mi deseo. FLORA. Mil años, sin que a tu amor se atreva esquivo desdén amante Matusalén goces, don Juan, de Leonor. (Ap. Buenos mis enredos van; la trampa ha sido cruel: ni a Leonor di tal papel ni conoce a tal don Juan; toda alcahueta se ajuste a imitar mi proceder, que a un galán se ha de vender a diamante cada embuste.) DON JUAN. ¿Que al fin dices, Flora mía, perdóname lo cansado, que mostraba algún cuidado cuando mi papel leía? FLORA .Digo que atenta la vi decir, cuando le leyó, con un gustillo, que no; mas con los ojos, que sí.

  • av Francisco Rojas Zorrilla
    284,-

    Sale FILOMENA llorando y HIPÓLITO.HIPÓLITO. -Deja el llanto, Filomena, Que si es alivio, es rigor Que por templar un dolor Me causes a mi una pena. Los ojos tuyos serena, No los quiera tu piedad Aplaudir con vanidad De cielos en tus desvelos, Que para ver que son cielos Les sobra la tempestad. No bien destilado exhales Aljófar de más valor: Si el llanto es señal de amor, No derrames las señales; Comunícame tus males, Sea el dolor repartido, Al paso que fue sentido; Y si con fuego veloz Hiere tu pena a mi voz, Hiera tu voz a mi oído. Cuando a los ojos prefieres Tanto dolor reprimido, ¿Lloras porque me has querido O lloras porque me quieres? Que es condición de mujeres No ser constantes infiero, Yo, pues que a tus rayos muero, Una pregunto y mil veces, ¿Lloras porque me aborreces, O por qué? FILOMENA. - Porque te quiero; ¿Cómo, di, puedes dudar ¿Lo que en mi llegas a ver? ¿Quién llora de aborrecer, Y quién no llora de amar?

  • av Francisco Rojas Zorrilla
    284,-

    FÉNIX.Cierra esa puerta, Beatriz; no has de salir, vive el cielo. BEATRIZ.Ciérrola y quito la llave. CONDE.No con fingidos extremos me detengas. FÉNIX. ¡Vive amor, que es dios que manda en mi pecho, que no has de salir! CONDE. ¿Qué importa? Romperé por tus preceptos: (Va a abrir y halla cerrado.) ¿cerraste? Dame la llave. Acaba, Beatriz. BEATRIZ. Ni puedo, ni quiero. CONDE. Dime por qué. BEATRIZ.No preguntes a un no quiero. CONDE.Saldré por esas ventanas. BEATRIZ.Tienen rejas, habla quedo. CONDE.Pues déjame ir, que ya es hora. BEATRIZ.Mirad que no duerme el viejo; que ha más de una hora que escupe y dos que tose. CONDE. En efecto, ¿qué es lo que intentas de mí? FÉNIX.Si tú escucharas mi intento... CONDE.Dile, Fénix. FÉNIX. Ya te digo, más quisiera... CONDE. Dilo presto. FÉNIX.Que me oigas. CONDE. Agradecido te escucharé.

  • av Francisco Rojas Zorrilla
    284,-

    ROSA Haced alto en el llano desa falda que Manzanares pinta de esmeralda; ligad esos cristianos a esos troncos, cesen los parches de quejarse roncos al eco más vecino de los azotes del porfiado pino; aqueste es Manzanares, aquel río que de las sierras de Castilla frío baja a Madrid tan quedo, que se conoce que me tiene miedo; Branigal, un arroyo que recrea a Branigal su convecina aldea, se entra, renglón de plata, en Manzanares, y Manzanares en Jarama y Nares, y todos tres por uno y otro atajo, porque es nuestro, le dan tributo al Tajo. Aquella puerta que de aquí se advierte, cuya muralla fuerte a la media región del aire llega, es la que llaman Puerta de la Vega; esta playa, que besa el cristal frío, es una tela que tramó el estío con distintos colores, de un verde raso que es raso de flores; Manzanares humilde pone coto a esa tela florida y a ese soto; y yo desde Toledo desta suerte, para vengar de Aben-Jucef la muerte, mi ya perdido hermano, contándole su muerte al aire vano, vengo a vengarle con valor impío en los troncos, que son hijos del río, en las aves que pueblan todo el viento, en los peces que cría ese elemento, y en el que halláre caminante errado, desierto a mi piedad por el poblado. En esta isla (¡oh pese a mi tardanza!) rompió la de su pecho errada lanza, que no le hubiera muerto hasta que le buscara con acierto; como villanas, esas verdes plantas de su coral tiñeron las gargantas; aquel eco, que nunca la voz deja, repitió las razones de su queja; pues aves, prado, monte pasajero, han de asustarse al golpe de mi acero; vegas, flores y plantas, eco y río, la ira han de temer de mi albedrío; y pues que Rosa soy, la valerosa, teman de las espinas de la Rosa.

  • av Francisco Rojas Zorrilla
    224,-

    IRENECansado, Lépido, estás. LÉPIDOIrene, téngote amor. IRENE¿No te hiela mi rigor? LÉPIDODesdenes encienden más. IRENE¿Y los desaires? LÉPIDO También. IRENEConfiésote que es verdad, que a una grande voluntad la da sazón un desdén; si cae sobre amor, yo siento que es el desaire donaire, mas no si cae el desaire sobre un aborrecimiento. Y así, pues tu engaño ignora que tu amor aborrecí, lo que te encendió hasta aquí te puede helar desde ahora. LÉPIDOPues ya que saber merezco que no me quieres... IRENE Detén; no es que no te quiero bien. LÉPIDOPues di, ¿qué es? IRENE que te aborrezco. LÉPIDO¿Ese extremo no es igual? IRENEDiferente viene a ser: una cosa es no querer, y es otra querer muy mal. LÉPIDOY, en fin, me dices aquí... IRENEYa tu oído lo escuchó. LÉPIDOQue no me has querido. IRENE No. LÉPIDO¿Y que me aborreces? IRENE Sí. LÉPIDOCon la amorosa pasión no pensarán mis agravios

  • av Francisco Rojas Zorrilla
    284,-

    ELENA ¿Lloras mi Julia?JULIA Sí, Elena.ELENA Templa el llanto a tus enojos.JULIA Dos nubes hay en mis ojos que ha congelado una pena.ELENA Lluevan, pues, y tu dolor mengüe, si alivio le das.JULIA Antes cuanto lloro más, se hace la lluvia mayor.ELENA ¿Di, cómo?JULIA Mira la nube preñada de exhalaciones, que a penetrar las regiones del aire diáfano sube. que si del rayo el calor le hace derretir la nieve, de aquello mismo que llueve va naciendo otro vapor. Mira un río a su albedrío que al mar se va a despeñar, y por sus venas el mar le vuelve a hacer que sea río. Iguales hoy los enojos son del mal que me condena,una lloro, y otra pena vuelve a congelar mis ojos. Despeño el corriente frío de mis mejillas al mar, y este mar vuelve a prestar caudales de plata al río. ¿Pues qué importará en rigor despeñar corriente igual, si río logro un caudal, y nube abrazo un vapor?

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