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Importante libro que por primera vez se publica en la historiografía estadounidense. Basado en un notable número de pruebas, el autor demuestra que los primeros habitantes que arribaron a Cuba fueron los nativos americanos, provenientes de la Florida y zonas adyacentes.Un gran número de autores se han inclinado por otros lugares del continente como origen de dicho poblamiento, por lo que este libro posee una importancia especial al argumentar detalladamente la verdadera procedencia. No se trató se emigraciones tras la caza de animales como tradicionalmente se justifican esos movimientos poblacionales, sino la urgencia de nuevos espacios vitales a causa del hundimiento de territorios de la Florida, producto de cambios climáticos trascendentales ocurridos en la época, y la necesidad imperiosa de los pobladores floridanos de ir en busca de fuentes de materia prima, abundantes en Cuba, para sus instrumentos de trabajo, las causas reales del desplazamiento. Importantes hallazgos de piezas arqueológicas realizados por investigadores cubanos en el Archipiélago durante las décadas precedentes, en los cuales tomó parte el autor del presente trabajo, hallan sorprendentes contrapartidas en los descubrimientos de científicos norteamericanos en el sudeste de Estados Unidos.El lector estará en posesión de una información de primera mano sobre estos hechos y otros datos de sumo interés en esta edición de la Editorial Unos y Otros.
Son estos los resultados de una investigación regional desarrollada en el occidente de Cuba que abarca desde la época precolombina hasta la etapa colonial y pone en práctica métodos de la Arqueología, la Etnografía y la Historia. Se concreta a partir de análisis físico-químicos del registro arqueológico que habían permitido constatar la ocurrencia de fenómenos climatológicos muy severos en el archipiélago, en un momento crucial del contacto entre aborígenes e hispanos; eventos estos que ha sido posible enmarcarlos, además, mediante el contraste de dos secuencias cronológicas diferentes: la primera, sobre la base de la cerámica aborigen, que abarca desde el poblamiento de la región por comunidades conocedoras de la agricultura y la alfarería hasta mediados el siglo XVI; y la segunda, en tanto a la cerámica de tradición aborigen en sitios coloniales, desde finales del siglo XVI hasta casi mediados del XVII, en la villa de San Cristóbal de La Habana.
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